Lugar de bosque y niebla.

Un mirador escultórico en las montañas de tona

De lejos, los colores homogéneos del bosque se contraponen a la diversidad exuberante propia de su cambio continuo: las ramas y las hojas en constante ondulación, ascienden como pueden en búsqueda del sol; las raíces se hunden con ímpetu en la tierra; los animales, que no vemos desde acá arriba, se disputan la permanencia ante la inexorable fuerza que va consumiéndolo todo, la entropía. La nube, vana como el hombre que la mira en la mañana, viene a acompañar de vez en cuando el silencio propio del sitio.

Tiempo y lugar, en medio del bosque y la niebla, para quien había expresado su gusto por la escultura y la necesidad de tener un espacio en relación con el paisaje.